
Argentina no solo cuenta con los viñedos más altos del mundo, en Salta y Catamarca. También, con los más australes del planeta, en la Patagonia. Y las plantaciones de Mendoza, San Juan y La Rioja son valoradas especialmente por su terroir , esa cualidad que atribuye el espíritu del vino a la tierra donde es cultivado.
Ayer y a juzgar por las estadísticas de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) el país descorchó: se encuentra en el cuadro de honor como el quinto productor y el noveno exportador de vino del mundo.
Así las cosas, Argentina supera en volumen a sus competidores chilenos, australianos y sudafricanos, la franja bautizada como los vinos del nuevo mundo.
Sin embargo, debe recorrer un largo trecho para alcanzar a Chile como exportador. El vecino brilla en el quinto puesto y tiene el 8% del mercado internacional y Argentina, que ocupa el noveno lugar, explica 3,3%.
De acuerdo con los bodegueros consultados por Clarín, todo es fruto de un trabajo mayúsculo entre el sector público y privado que permitió multiplicar la cantidad y la calidad desde el cambio de siglo.
En lo que va de este año y pese a los vaivenes por la crisis que azota a Europa, los embarques al exterior de vinos embotellados han alcanzado en cifras absolutas 8,6 millones de cajas. Es un aumento de 17% respecto a idéntico período de 2009. La mejora, si se mide en precios, llega a 24,5%.
El diseño del plan estratégico prevé para 2020 un salto desde los US$ 800 millones en exportaciones actuales a US$ 2.000 millones.
Ese programa sectorial que se desarrolla a través de la Corporación Vitivinícola Argentina contempla un préstamo del BID por US$ 50 millones para nuevas mejoras.
Alberto Arizu, director de la empresa familiar Luigi Bosca, se entusiasma con la perspectiva pero advierte sobre el alza de los costos y la falta de financiamiento.
"En 2009 tuvimos un crecimiento moderado pero este año regresó la demanda y se siente. Claro que estamos resignando margen para no quedar fuera de competencia", le contó a este diario.
Juan José Canay, director de Trapiche ( mitad del fondo DLJ y mitad de la familia Bemberg) se entusiasma con lo que logró el país, que pasó del 1% del mercado global a casi 4%. "La foto actual es fantástica, me preocupa cómo se sigue con una uva que en los últimos dos años triplicó su valor, un dólar quieto y tasas de interés entre 15 a 20%", advirtió. Canay agrega otro dato inquietante: "Con la caída del euro recibimos menos dólares, por nuestros vinos".
Ayer y a juzgar por las estadísticas de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) el país descorchó: se encuentra en el cuadro de honor como el quinto productor y el noveno exportador de vino del mundo.
Así las cosas, Argentina supera en volumen a sus competidores chilenos, australianos y sudafricanos, la franja bautizada como los vinos del nuevo mundo.
Sin embargo, debe recorrer un largo trecho para alcanzar a Chile como exportador. El vecino brilla en el quinto puesto y tiene el 8% del mercado internacional y Argentina, que ocupa el noveno lugar, explica 3,3%.
De acuerdo con los bodegueros consultados por Clarín, todo es fruto de un trabajo mayúsculo entre el sector público y privado que permitió multiplicar la cantidad y la calidad desde el cambio de siglo.
En lo que va de este año y pese a los vaivenes por la crisis que azota a Europa, los embarques al exterior de vinos embotellados han alcanzado en cifras absolutas 8,6 millones de cajas. Es un aumento de 17% respecto a idéntico período de 2009. La mejora, si se mide en precios, llega a 24,5%.
El diseño del plan estratégico prevé para 2020 un salto desde los US$ 800 millones en exportaciones actuales a US$ 2.000 millones.
Ese programa sectorial que se desarrolla a través de la Corporación Vitivinícola Argentina contempla un préstamo del BID por US$ 50 millones para nuevas mejoras.

Alberto Arizu, director de la empresa familiar Luigi Bosca, se entusiasma con la perspectiva pero advierte sobre el alza de los costos y la falta de financiamiento.
"En 2009 tuvimos un crecimiento moderado pero este año regresó la demanda y se siente. Claro que estamos resignando margen para no quedar fuera de competencia", le contó a este diario.
Juan José Canay, director de Trapiche ( mitad del fondo DLJ y mitad de la familia Bemberg) se entusiasma con lo que logró el país, que pasó del 1% del mercado global a casi 4%. "La foto actual es fantástica, me preocupa cómo se sigue con una uva que en los últimos dos años triplicó su valor, un dólar quieto y tasas de interés entre 15 a 20%", advirtió. Canay agrega otro dato inquietante: "Con la caída del euro recibimos menos dólares, por nuestros vinos".
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