Alguna vez tenía que ocurrir. Italia habrá confiado en su historia y su buena estrella, pero esta vez, sin jugadores, sin jerarquía y sin ideas, no le alcanzó. Eslovaquia, ordenada y punto, dejó al Mundial sin el último campeón. Y todo, el resultado y la eliminación, parece un estricto acto de justicia.Flota en el ambiente del fútbol la sensación de que Italia siempre arranca mal, ingresa a los tramos finales a los tumbos o por la ventana y explota cuando las cosas se definen. Sin embargo aquí, desde su debut ante Paraguay, venía dando la sensación de que le costaría demasiado levantar cabeza. Penó en su primera presentación, volvió a penar ante Nueva Zelanda y hoy, ante un equipo ordenado y con un par de buenos jugadores, terminó de desmoronarse.
Es cierto: acaso le alcanzaba un empate en el Ellis Park si Paraguay no perdía con los neocelandeses. Pero de allí a ubicar un solo hombre de punta, Iaquinta, y armar una línea de cuatro defensores y otra de cinco volantes... Como en todo este Mundial, Italia no salió a buscar. Lo curioso es que tampoco defendió bien, con una pobre tarea de su ala izquierda (Chiellini-Criscito) y un Cannavaro cuya fama, evidentemente, le concede licencia para enmendar errores a los golpes.

Así las cosas, Eslovaquia fue el único que arrimó peligro a lo largo del primer tiempo. Lo suyo no fue nada del otro mundo, pero tuvo buen trato de pelota en Strba y Kucka , agresividad por izquierda con Jendrisek y picardía en Hamsik. Llegó tres veces y concretó una, cuando un error de De Rossi en la salida le dejó la pelota servida a Kucka. Su pase puso en situación de gol a Vittek, que no perdonó. ¿Italia? Un cabezazo contra su propio arco del eslovaco Skrtel, a los 40, fue su única llegada.
Lippi hizo cambios de nombres, pero nunca de esquema. Corrió a Zambrotta a la derecha y puso a Quagliarella de volante. Y a los 11 volvió a recurrir al banco para hacer ingresar a un Pirlo lejos de su mejor forma. Con poco, beneficiado por cierto susto del rival, Italia fue por fin en busca de un gol. Pero no estaba diseñada para tamaña empresa.
Los italianos llegaron un par de veces y hasta anotaron un gol que el árbitro les negó cuando Skrtel sacó dentro del arco un tiro de Quagliarella, por lejos la figura italiana. Pirlo al menos jugó de enganche. Pero se descuidó atrás y dejó que Eslovaquia armara cuatro o cinco réplicas (bien conducidas por Strba, mal terminadas por los demás) y mereciera el segundo. No lo cerró, y eso la obligó a sufrir hasta el final.
El descuento de Di Natale a 10 del final trajo un suspenso y un vértigo inesperados. Italia construyó su única pared del partido (Quagliarella-Giaquinta) para que el volante de Udinese anotara. Y hubo una jugada que terminó en gol anulado por offside del propio Quagliarella. Eslovaquia aguantaba mientras lamentaba las contras perdidas. Italia le tiró
encima la camiseta y la historia.Pareció todo resuelto cuando el recién ingresado Kopunek aprovechó otra siesta defensiva y puso el 3-1. Volvió a descontar Italia con un tiro de emboquillada de Quagliarella. Y hubo incertidumbre hasta el final. Quedó para Eslovaquia. El campeón del mundo deberá replantearse unas cuantas cosas...
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